






Mi testimonio fue una forma de personificar una emoción que ha estado presente a lo largo de mi vida, a veces escondida bajo la cama y otras veces echada a plena luz del sol. Yo no decidí volverla un personaje, fue parte de un ejercicio que me sugirió mi psicóloga en terapia.
Darle una cara, un cuerpo y unas características la separaron de mí, redujeron su basteza a un tamaño discreto y su inmaterialidad a una forma cercana, como para poder verla a los ojos. Me di cuenta que siento cariño por ella, que la considero una compañera silenciosa y paciente que me obliga a abrigarme cuando hace frío.
Creo que es lo más cercano a lo que he podido poner en papel mi experiencia con la depresión y por eso es mi testimonio en nuestro proyecto. Inicialmente lo dibujé con lápiz en hojas de papel, después Juan Sebastían Bossano, animador digital y mi hermano, repasó el arte con una línea valorada, le agregó estilo y detallitos y lo convirtió en un entintado digital.