Hay una verticalidad normada a la que el mundo está habituado pero hay una horizontalidad rara que sólo los tránsitos y habitares por un cuerpo enfermo te puede enseñar. Estar horas, días en la cama porque tu carne no puede más, adolorida, angustiada, con miedo, perdida.

Me interesaba explorar aquellas extremidades que se abren, expanden y dilatan al mismo tiempo que sostienen. ¿Qué hacen las piernas más allá de mantenernos paradxs, erguidxs y verticales?. Durante uno de los tiempos que me he tenido que recluir en la cueva o en el océano que es la cama, pasaba muchos días acostada (todavía pasa, todavía vuelven esos días) y cuando me erguía para levantarme las piernas acalambradas, me devolvían al piso.

Me interesaba explorar esas caídas, esas pausas lánguidas y largas y cuáles eran las formas que tomaban mis extremidades y sus direcciones. ¿Qué rumbos toman cuando transpiran la intensidad de la enfermedad o la intensidad del placer?